Soltar y dejarse llevar por el plan | Un relato sobre mi proceso de creación-producción (parte 3/3).
Llevo un mes trabajando sobre este plan. Lleva un mes dibujado en el piso de mi oficina, desde que decidí hacerlo desde mi cuerpo en vez que desde mi mente.
El plan era pesado y angustioso. Pero se fue transformando en algo fácil de seguir. La semana anterior escribí sobre “dar espacio a las cosas”… es importante dejar el plan unos días, que se resuelva. Y eso hice, dediqué un par de semanas a otras cosas de mi vida, bien lejanas a esto y cuando volví, lo mismo era distinto.
“La energía que es empujada, desborda, se bloquea”. Entenderlo cuesta, porque sobre-intencionamos, queremos la consecución del deseo. Apurar, presionar, forzar, lo rompe todo. Hay que trabajar en el plan y luego soltar el plan.
La mente proyecta resultados más rápido de lo que pueden suceder. La energía, en las interacciones cósmicas de crear-manifestar, requiere tiempo, entrega y dar libertad, espacio. Leí este posteo de Joan Garriga hace unos días:
“Creo necesario complementar la ley de la atracción con lo que me gusta llamar la «ley de la Gran Voluntad». Las personas podemos y debemos organizar bien nuestros pensamientos y nuestras intenciones, con fuerza, con claridad, con congruencia; podemos y debemos definir bien nuestros objetivos y deseos; y podemos y debemos encontrar creencias beneficiosas, trazar estrategias mentales y definir rieles neuronales precisos que puedan extenderse e impactar en el mundo para que las cosas sean como queremos (siempre en sintonía con el valor de la vida y el bienestar compartido). Sin embargo, tras ello resulta preciso desarrollar la humildad suficiente como para soportar que Dios haga y deshaga según su voluntad y que, en ocasiones, se ría de nuestros planes, de nuestras intenciones y de nuestros acariciados deseos. Y aquí Dios significa la vida tal como es a cada momento.” Del libro La llave de la buena vida.
Me paro sobre el plan y miro a la vida, receptiva, cultivo la humildad sabiéndome pequeña al lado de lo que la vida me puede ir proponiendo este año. Mi plan, si bien enraizado y sentido, es solo un delineamiento sobre lo que puede suceder. La persona que se crea por encima de «ley de la Gran Voluntad», primero, es ilusa, y segundo, fuerza, empuja y por tanto, rompe.
Mi trabajo ya está hecho: el diseño creado, las intenciones puestas, el orden se siente bien, miro el plan y me da satisfacción la proyección de ese devenir. Pero tengo bien claro que la cosas van a ir sucediendo elásticamente, mas -o menos- cercanas a lo planeado y habrá sorpresas, de las buenas y de las no tan buenas. Sabiendo eso, sabiendo que la vida puede darme mas de lo que yo le pido (habitualmente es así), es mas fácil transitar los contratiempos, las frustraciones y lo que pensamos como fracasos, lo que no funciona que en realidad son ajustes, “upgrades” (actualizaciones).
El plan se convierte en la marea que me lleva, me dejo llevar por la estructura, que es liviana y fluida. Algunas personas sienten temor o rechazo por las estructuras. Eso es porque han tenido experiencia de rigidez y pesadez, limitación. La estructura que aplasta no sirve, la que sostiene libera. Eso lo aprendí en el zen, en retiros que tienen pautas muy concretas respecto a todo. Pueden sentirse como que coartan la libertad, pero en realidad simplifican el día a día y dan espacio para dedicarse a lo más profundo, a lo verdadero que uno desea.
¿Qué deseo a través del plan? Manifestar mi verdad, dar a la vida lo que soy, lo que creo (de crear). Lo puedo hacer desde este contenedor-sostén que he primeramente creado, desde mi cuerpo-mente. Y la creación es siempre disruptiva y sorprendente, a medida que las cosas van sucediendo, van cambiando y el devenir también.
Mi último pensamiento sobre esto es que cuando finalmente me entrego al plan, lo sigo, voy haciendo lo que hay que ir haciendo y me aparece la sensación de “esto esta siendo demasiado fácil, todo fluye” y dudo… ¿Cuántas veces nos encontramos cuestionando el no-sacrificio”. Lo que funciona y da ganancia (no dinero, sino vida) tiene que venir del sacrificio… pauta bien judeo-cristina que nos lleva a inventar complicaciones cuando no las hay.
Entonces me recuerdo a mi misma: he dedicado un mes en ordenar el diseño de mi año para que sea sostenible, real, amable para conmigo, liviano y a la vez nutritivo para mi y para todas las mujeres que conectan con mi propuesta. Obvio que ahora fluye fácil!! Y observo esa capa de mi identidad que quiere sufrir por todo, que siente cierta culpa o vergüenza por lo que se logra desde la simpleza y liviandad.
Bueno, mi práctica continua… porque la práctica es la vida, aquí y ahora están todos nuestros escollos, que por cierto son infinitos.
Gracias lectoras, espero haber colaborado en algo con sus planes contando la forma de crear los míos.