La primera vez que comprendí lo que mi maestro zen me pedía, no lo podía creer: entrar profundamente en el propio dolor era la unica forma de sanarlo – con todo lo que eso conlleva – y también de comprender el sufrimiento de otros.

En este video, Hogen Bays maestro Zen lo explica. No tiene subtítulos en español, pero vale la intención verlo y leer la transcripción a continuación…

“Hay muchas situaciones difíciles en la vida personal. Hay muchas situaciones sociales que nos parten el corazón.

Como persona espiritual considero que lo primero que tenemos que hacer es tener la voluntad de sentir profundamente, cultivar la voluntad de sentir las profundidades de sufrimiento, nuestro propio y de otros. Tenemos que poder entrar tan profundo en el propio miedo y dolor que comprendamos – resonemos – nos encontremos – con el dolor de otros.

Mientras el dolor esté allí afuera, siendo el problema de otro, no podemos realmente tocar el propio corazón.
Y entonces las respuestas provienen de la mente: lo que debo, puedo o debería, pero no generan situaciones de encuentro.

En mi experiencia, cuando estamos en contacto con personas en situaciones de sufrimiento siempre llega una respuesta. Cuando estamos íntimos con nosotros mismos y nos permitimos ser tocados profundamente, conectamos con la necesidad y eso que hay que hacer, simplemente lo hacemos. Es íntimo, personal y presente. Tomamos todo aquello que pensamos que deberían tener o podrían tener y lo aplicamos al momento presente. Eso es posible porque respondemos al dolor y al sufrimiento desde la conexión y la compasión y entonces hacemos lo que sea que podemos hacer.

Si no podemos conectar de esa manera, reaccionamos a las situaciones que el mundo nos trae a partir de la idea de que “yo sé cómo”, “yo tengo razón”… eso no es de ayuda ni para mí, ni para nadie.
Es la semilla de la arrogancia.

Entones, antes de empezar a alimentar la mente juzgadora y critica, pienso que es importante que nuestro corazón se rompa… que vayamos tan profundo dentro de la propia experiencia, que el corazón se rompa y todas esas defensas, reacciones, e ideas se quiebren. Pero no responderemos desde la reactividad, sino que aceptamos la profundidad de nuestro ser y el poder de la conexión con uno mismo, y hacemos lo que podemos hacer por nosotros. Eso significa que las respuestas no provienen del pequeño espacio mental, sino que provienen de todo nuestro ser.

Esa es nuestra práctica, poder encarnar completamente lo que somos en el presente y hacer lo que es necesario hacer justo ahí, momento tras momento. Y es una práctica sin final, aprendemos a hacerlo continuamos haciéndolo: sentir lo más profundo que podemos sentir y responder de la manera más completa posible, de la propia manera no siempre tan adecuada.”

Gracias Hogen Bays, Roshi del Zen Community of Oregon.