Cada vez es más fuerte la voluntad de movernos desde el corazón. Es la energía de este año: no sólo hacer lo que realmente deseamos, sino ser quien realmente somos.
Pero la mayoría de las veces, cuando nos disponemos a tocar nuestro corazón, con lo primero que conectamos es con dolor. Infinitas personas aun se encuentran con un corazón herido, blindado o cerrado.
¿Cómo encontrar el camino con el corazón, entonces, si sólo hay dolor allí? Necesitamos reconocer y sanar. Como dice uno de mis maestros zen, el corazón herido es una gran oportunidad, la única que nos permite empezar a sentir. Cuando el corazón se nos rompe, las barreras caen y de repente estamos disponibles para la vida de la forma más real posible.
Pero no es necesario hacer esos pasos como kamikazes, con autoexigencia y más dolor. La paciencia, la compasión hacia uno mismo y permitirnos sentir y estar con ese sentir, son las formas de cultivar la resiliencia de nuestro corazón: recuperar su capacidad de sanación emocional y de adaptación al momento presente, con fortaleza y amor.
Abro el taller “Cultivando un corazón resiliente y compasivo” con ese objetivo. Lo daré de manera periódica, para que quien lo desee, pueda encontrar un método, un recurso para estar con como está, recuperarse y realinearse con la vida.
Esto no lo hacemos a través de un proceso mental. ¡Cuánto esfuerzo es obligarnos a estar bien! Lo haremos, aprenderemos a hacerlo, a través del cuerpo, de la respiración consciente que nos permite entrar en nuestros lugares más dolorosos con la confianza de que saldremos vivas/os de allí.
También a través de la consciencia corporal, buscando comprender, a través del sentir, que hay mucho espacio en nuestro cuerpo que no está ocupado por el dolor. A veces, el dolor nos obsesiona y no nos permite avanzar. Ampliando nuestra percepción corporal, se amplía también la percepción de la vida.
El primer paso es animarse a sentir y sólo puedes darlo tú, cuando lo desees o te sea posible. Incluso, ese primer paso debe ser hecho con amor y compasión hacia ti misma. Mientras tanto, la vida, tu ser real, te espera. Ese es siempre paciente y compasivo.