La mayoría de las cosas se resuelven con espacio. No digo que sea la única forma pero si que tiene sentido intentarlo, porque cuando estás comprimida o atascada, seguir empujando o forzando no aporta nada.
Hacer espacio puede significar limpiar y deshacerse de todo lo que sobra. También detenerse y dejar… soltarlo un poco. Ese soltar significa dar espacio. Dale espacio a la cosa (o a la persona) para que encuentre la forma de resolverse. En ese sentido, espacio es autonomía y liberar.
Las emociones necesitan espacio. Cuando no lo tienen, se comprimen y se atascan surge la angustia y la represión interior. ¿Qué es lo que empuja? Los pensamientos, la mente, la idea de como deberían ser las cosas o como queremos que sean. Las idealizaciones son las responsables de forzarlo todo hasta atascarlo o reventarlo.
No cometas el error de comprimir esos pensamientos porque crearás mas atascamiento. Que los pensamientos usen el espacio de la mente no significa que debes accionar desde ellos. Se desvanecerán en el espacio de la presencia.
La energía que es empujada se bloquea, como el agua del arroyo que desborda con la crecida de la corriente. Por ello, es de sabios tomar distancia de las cosas cuando las intenciones ya están puestas. Sobre-observar condiciona y limita.
El cuerpo está comprimido porque no le damos espacio, para descansar, para encontrar su forma, para reír y bailar… o tal vez para ir hacia adentro. El espacio no es solo expansión, la compresión no es contracción sino contradicción.
Lo que sea que estés sintiendo o transitando ahora, dale espacio, haz espacio para ello. Intenta no intervenir desde tus ideales o deseos, deja de presionar en contra o a favor. Deja de contradecirlo por un momento. Respira y limpia. Haz espacio, date espacio.