En su mayor parte, el budismo no le ha dado mucha importancia al cuerpo. La gran mayoría de las escuelas budistas continúan enfocándose en la mente como el escenario principal de la práctica y otorgan al cuerpo un espacio mucho menor como una vía digna de exploración.
El problema inherente a esta actitud es que es la experiencia corporal la que proporciona la sensación de estabilidad a la mente. Si eso se pierde, la mente puede flotar con demasiada facilidad en reinos enrarecidos que, por elevados que sean, no son más que una sombra de la conciencia que la práctica de meditación busca develar. La mente, en última instancia, desea asentarse en la sensitividad presente del cuerpo, no escapar de él. Si quieres una mente equilibrada, necesitas crear un cuerpo equilibrado que la sostenga.
Si el cuerpo está desequilibrado, creará una tensión constante para compensar la gravedad. Esta tensión se manifestará como discursividad a nivel de la mente. El verdadero equilibrio del cuerpo, por otro lado, genera una disposición y relajación que sostiene, de forma natural y espontánea, a la mente despierta. En palabras de Sasaki Roshi, «Buda es el centro de gravedad». Encontrar el centro de gravedad dentro de uno mismo significa equilibrar el campo energético del cuerpo con el campo gravitacional de la tierra.
Este equilibrio surge de la corporeización consciente de tres principios básicos: alineación, relajación y resiliencia.
Alineación: por lo general, pensamos en la gravedad como una fuerza contraria a mantenernos erguidos. Pero la gravedad es, en realidad, una fuente de apoyo para las estructuras que están correctamente alineadas en función de un eje predominantemente vertical.
Relajación: un cuerpo humano que se alinea en verticalidad puede comenzar a relajarse. No tiene que tensar su musculatura para compensar la gravedad, porque su estructura alineada le proporciona todo el soporte que necesita. A través de la relajación de sus tensiones, literalmente puede soltar su cuerpo y su mente, entregándose a la Tierra, sin riesgo de caer.
Resiliencia: para mantener su postura relajada, un cuerpo en equilibrio realiza movimientos y ajustes espontáneos, muy sutiles y elásticos. Si el cuerpo resiste este impulso natural de moverse y se mantiene rígido, crea tensión y pierde su relajación.
De estos tres principios, la resiliencia puede ser el más desafiante para los practicantes budistas, a quienes se les ha enseñado a sentarse muy quietos para que la mente se aquiete.
La quietud, sin embargo, implica reposo y tranquilidad, no rigidez, por lo que el poeta zen Ikkyu nos recuerda: «Endurecerse en un Buda está mal». Si mantienes tu cuerpo rígido, tu mente se volverá activa y agitada. Sin embargo, si permites que un movimiento elástico y sutil suceda en tu cuerpo, la mente se calmará naturalmente y permanecerás relajado y alerta.
El propósito de explorar el equilibrio natural del cuerpo es levantar la cortina de tensión muscular que normalmente oculta las sensaciones. En palabras del Buda, «Todo lo que surge en la mente comienza a fluir con una sensación en el cuerpo». Si permaneces inconscientes de estas sensaciones debido al desequilibrio y la tensión muscular constante, permanecerás inconscientes de la profundidad total de la mente y perderás el acceso a los estados mentales saludables de los que habla el Buda.
Pero cuando el cuerpo está presente de forma vibrante, tu mente es naturalmente clara y profunda. Intentar manifestar una mente clara sin prestar atención a la experiencia corporal es como intentar andar en automóvil sin primero girar la llave en el encendido.
Si bien los principios de alineación, relajación y resiliencia pueden guiarte mientras exploras la relación de tu cuerpo con la gravedad, el equilibrio no puede imponerse desde afuera, sino que los debes sentir desde dentro. Este descubrimiento sensitivo es la práctica.
El equilibrio nunca aparece como un estado final estático o una meta alcanzada. Es algo que vale la pena explorar constantemente, como un baile y una práctica que nunca termina.
Extracto traducido del artículo “The Balanced Body and the Middle Way” de Will Johnson en Lion´s Roar.