¿Qué es lo primero que pensamos cuando hablamos de compasión? ¿Cuál es el registro que tenemos de la acción compasiva? ¿Cómo creemos que estamos cultivando esta virtud?
En nuestra cultura es común relacionar el acto compasivo con sentir pena del otro o con salir corriendo a rescatarlo de su pesar. Solemos poner el eje en una acción benévola que debemos llevar a cabo para que un ser deje de sufrir.
Pero, ¿es esto realmente compasión?
Karuna, la compasión, es el deseo de aliviar el sufrimiento. Es una virtud, y como tal, debe ser cultivada primero internamente, hacia uno mismo, para luego poder asistir a los demás.
Y esto es un gran desafío porque nos invita a vivenciar nuestro propio sufrimiento con aceptación y paciencia, sin huir hacia la negación o el rechazo.
Es sentir “esto me está sucediendo… estoy sufriendo” y transitarlo desde una actitud amorosa hacia mí mismo. Y una vez que esta cualidad esté arraigada en mi interior, voy a ser capaz de acompañar con este amor, el dolor del otro.
Karuna, la compasión profunda, abierta y generosa, implica aceptar el sufrimiento de los seres y acompañarlos desde la propia fortaleza interior.
(Artículo escrito por Fernanda Cavallo, colaboradora del sitio.)
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